Esta inusual ecuación se ha convertido últimamente en una suerte de proverbio urbano, un cliché artístico y hasta una regla empresarial, pero la cuestión es, ¿qué significa exactamente?
Dicha frase nos invita a contrastar la necesidad social que tenemos del «más es mejor»: decir más, explicar más, mostrar más, usar más, hacer más… Todo ello para ser más entendidos, más escuchados, más vistos o más tomados en cuenta. Esta regla, desde una mirada clown, nos recuerda que lo simple es más que suficiente.
Una mirada siempre dice más que las palabras en cualquier conversación, ante cualquier persona, en cada contexto, en cualquier escenario. Y es porque los ojos, en sí mismos, son ventanas de nuestra esencia más profunda y devela lo que hay allí adentro. Lo mencionan los profesionales del lenguaje no verbal y también te lo recuerda el clown, que no necesita decir para mostrar, ya que con la mirada es suficiente.
Una frase cala más que el más preparado discurso que perfectamente planeamos antes de exponer lo que queremos decir, hacer e incluso sentir. «Menos es más» nos invita a la esencia: te extrañé, no quiero, perdón, no tengo ganas, quiero verte. Y no es fácil porque estamos acostumbrados a las innecesarias parafernalias, a los pomposos preludios que intentan justificar o «preparar» al oyente antes de que soltemos el plato de fondo: lo simple, la esencia.
El simple hecho de estar, de acompañar, de sentirse presente y mostrarse presente, con atención, mirando a los ojos, escuchando. Eso, a veces, es suficiente.
En un escenario, el clown se vale de este recurso (una de las «reglas de oro») para mostrarse; y cuanto más se muestra, más crece y, en consecuencia, más disfruta. Pero en la cotidianeidad esta regla es una invitación para que volvamos a lo simple, a la esencia, a lo honesto. Y así, podamos mostrarnos, para disfrutar y que nos disfruten.